DESDE MÉXICO: POEMAS DE “DISLOCACIONES”
Por Anahí GZ
Anahí GZ (1996). Escritora, periodista y performer feminista. Su trabajo ha sido presentado en medios nacionales e internacionales. Investiga temas relacionados con el cuerpo, la moda, el género y las resistencias periféricas. Escribe una columna bimestral para la revista Melodrama y es co-conductora del podcast “Brujas cósmicas”. Ha publicado en medios como El Universal, Tercera Vía, Proyecto Kahlo, Revista Marabunta y Revista literaria De-lirio, entre otros. También es autora del poemario Dislocaciones (La comuna Girondo, 2020).
- Oración cíclica
“I want a dyke for presidente”
Zoe Leonard
Quiero creer en una virgen que para variar no sea virgen. Quiero una guadalupana con la cabeza rapada y un piercing en la ceja, que se muerda las uñas hasta que le sangren los dedos, que se pierda en pastillas para soportar el día, que tenga miedo de cerrar los ojos y morirse. Quiero una Lupita que se raje la piel con los dientes, que se haya mirado al espejo con asco, que camine por las calles con los pies adoloridos. Quiero una Diosa lesbiana, con los brazos guangos y vellos en la axila. Quiero escribirle mis oraciones a la María del Río de los Remedios, a la que aúlla en Ciudad Juárez, a la que se pasea en minifalda por Ecatepec. Quiero canonizar a la que violó su padre y su tío y su abuelo y fue acusada de histérica porque no es para tanto y fue callada a cintarazos porque las cosas se quedan en familia. Quiero una santa que sea prostituta para no morirse de hambre, que lamente como su cuerpo se machaca, como su sexo es territorio de silencios. Quiero una Lupe sobreviviente de feminicidio, que cargue las cicatrices del cuchillo que le abrió el abdomen, que guarde en su memoria los gritos: si no eres mía de nadie, si no eres mía de nadie. Quiero una morenita que haya buscado a su hija en un baldío, que comprenda lo que significa encontrarla y no reconocer su rostro. Quiero rezarles a las que se amaron en la mordida nocturna, a las que maquillaron de escarlata los golpes. Quiero pedirle milagros a la que gime con los labios humectados por su lengua, a la que se acaricia en la regadera, a la que danza el coxis sobre sus pesadas cobijas. Quiero una Lupita de labios asustados, que abrace mi habla, que entienda mis penas. Quiero creer en una virgen, que para variar, no sea virgen.
- Mujer-octubre
Me enamoré de una mujer que caminaba con las uñas enterradas en los brazos, observaba sorprendida las líneas en el asfalto, se mordía la lengua para sentir como la sangre le remojaba la boca. Miraba con los ojos desorbitados en espera de volverse un escorpión, de bailar bajo los sauces con el cuerpo desnudo y una espina en la garganta. Me enamoré de una mujer que me enseñó a besar con un carbón en los labios. Ella sabía tocarme como sólo otra mujer sabe: conocía los resquicios del temblor, tejía mis vellos para bañarme luego con su piel, se descalzaba en mi habitación, ponía algún disco de postpunk y movía sus caderas embebida en una danza esquizoide. Me enamoré de una mujer acechada por los mismos fantasmas que me perseguían a mí; nos acercábamos bajo la luz violácea de un foco antiguo, sentía su dolor empañándome los gestos, sus manos apretando mis nalgas, su lengua penetrándome la carne como el grito que fractura. Me enamoré de una mujer-octubre con tabaco en los dedos. Ella no entendía de dónde le brotaba la tristeza, aun cuando juntas nos sentíamos tan vivas, tan locas, tan orgullosas. Me enamoré de una Nahuala con piercings en los pezones, Coatlicue sabor a pulque, Circe con los pechos atravesados por un testimonio herético. Nos entrelazábamos para fingir que el mundo se desvanecía en nuestra saliva, para asegurar la única muerte posible en el sudor de nuestras piernas.
-
Soltar para mirar por la ventana sin vértigo
1
me arde el estómago de tanto esperar
de tanto esconderme
qué tal si me arranco las pestañas
una por una
para no repetirme que hago poco
que todo se quema
mientras me como los pedacitos
de viejas fotografías con mi torso desnudo
los dientes palpitantes
mis manos entrelazadas sobre el vientre
no hay tiempo
sospecho que la carne de mis huesos
corrió a la barranca para aullar con los coyotes
para forrarse con el plástico de los cuerpos que no se nombran
que se pudren en la hoguera
mi cuerpo que ya no es cuerpo
se vuelve espectro se vuelve sal
información en una computadora
ausencia tejida con el cabello de las ancianas
con los pechos desposeídos donde aprieto mis labios
cuando este dolor me suelte
cuando la bravura de mis pezones emigre con la tierra
el polvo me relama las heridas
me vuelva incienso en la fosa común
cuando recuerde el nombre del violador
y le escupa como no lo hice
y deje de llorar al pensarle
cuando tenga la fuerza
de sostenerme el rostro sin temblar
cuando la grieta se haga honda en la humedad de mi abuela
entonces me extirparé todo el cabello
la rabia entera será lenguaje
tendré los ojos enloquecidos de tanto beberme
gritaré como siempre quise
como antes temí
2
afuera el ruido sofoca las oraciones
la gente busca sus ojos en la banqueta
en la casa de enfrente la vecina se muere de cáncer
las bolas en su garganta le chupan la lluvia
su hija la baña con las aguas de su angustia
la frota despacio para no extirparle la piel
adentro mi abuela es ajena de su Parkinson
distante de la cabeza que le traiciona
las voces le dicen que la pasta de dientes va en las manos
que si se aguanta el llanto le sobra la vida
adentro me duele cuando me observa sin reconocerme
cuando comprendo que ya se va
afuera los bramidos de la televisión
critican a las encapuchadas
por destrozar nuestra ciudad-monstruo
construida sobre pedofilia
desaparición
asesinato
dónde estaban las barreras cuando encañonaron a mi madre
cuando torturaron al tío de Dalila
cuando colgaron de un puente al amigo de mi hermano
que caiga el monumento
que se parta la patria sobre sus cascos
que se raje la tierra
3
espero que las piernas se me trocen
que aparezcan mis colmillos en medio de la hiedra
voy a humearme la vida
para no mirar las horas deshabitadas
aquí en la gruta se luxa mi lenguaje
estoy sola
entre yo y mi reflejo existe el pacto
de no reconocernos
si me llaman por mi nombre
fingiré que no escucho
me dedicaré a masticarme las uñas
con la única esperanza de levantarme mañana
sin el peso que disloca
tendré que soltar para averiguar dónde nace mi estría
donde duerme la caspa
para encontrarme en medio de la flama
con los brazos abiertos
revolcarme en mi furia
invocar los aullidos
salpicar con mi llanto
soltar la ofrenda caduca
ser agua bravía entre lunares
que el miedo se atranque
inventarme las palabras
atropellarme la herida
arañar el pellejo
s o l t a r
soltarme
A mi abuela Irene
Los sonidos que hacía tu pecho
me recordaban a las tuberías cuando se atascan
y parece que un fantasma se lamenta.
Irene,
tus canas bosquejaron la incertidumbre
cuando mi madre te pronunció.
Eras ánima débil,
sufriendo por la ventana
a la que ya no te asomabas,
por el agua que te mojaba
para volverte más acartonada.
La enfermedad arrancó tus uñas,
tu pierna,
te obsequió como tiniebla una cama.
En sueños olvidabas la pena.
En vigilia quedaba el grito,
el Dios decrepito.
Te nacían moscas desfiguradas
que salían por tu nariz.
Una hiena te lamía la cabeza
y un hilo de baba
se desvanecía en tu barbilla.
Abuelita,
te vi enterrarte los dedos en la garganta,
como esperando un consuelo
que sonara con tu voz.