He quedado con Marcela Gutiérrez para hablar de su poesía, de su vida, de sus libros. Acoge mi llamada con gran entusiasmo, como aquellas personas que saben que la existencia se compone de pequeños instantes y que dada uno de ellos se debe vivir a plenitud. Es una conversación muy ilustrativa, con ese estilo de maestra de bachillerato que lucha porque la igualdad sea la regla y no la excepción, tanto en la educación como en la equidad de género. Y toda la charla acompañada, como esas notas musicales en los tangos australes, con una gran sonrisa que trasciende desde el sur de América a la primavera madrileña. Después de escuchar a Marcela, leyendo uno de sus poemas, los invito a leer la entrevista. No tiene pierde.

 

 

ARTURO PRADO LIMA: ¿Cómo te imaginas un mundo sin poesía?

MARCELA GUTIÉRREZ: No me lo imagino. No hay forma de imaginarlo. Inconcebible un mundo sin poesía.

APL: ¿La poesía hace más llevadera la vida en tiempos de dificultades?

MG: Sí, por supuesto. Ahora, en tiempos de pandemia, se ha descubierto y redescubierto la poesía. Los poetas nos hemos reinventado a partir de estas dificultades y la literatura ha cobrado un valor que creo casi nunca tuvo. La poesía ha adquirido tanto poder en estos tiempos, que incluso ha sobrepasado a otros géneros. En estos momentos la poesía y el arte en general nos sana y nos salva.

APL: ¿Esta nueva explosión de poesía en el mundo tiene como fondo la pandemia?

MG: Si, por lo menos en algunas formas del arte y la cultura. En América Latina la pandemia ha sido fuerte y a la poesía la veo con mucho poderío, con mucha fuerza, como si fuera el ave fénix en lo que tiene que ver con la literatura; además en el entrecruzamiento que hemos hecho entre la virtualidad y los poetas de diferentes partes del mundo.

APL: Marcela, me podrías decir, antes de seguir adelante, ¿Quién es Marcela Gutiérrez?

MG: Es una paisana, una campesina que nació en un pueblo chiquito que se llama Chasicó, en la provincia de Buenos Aires, Argentina, y a la que una bisabuela, a los 4 años le enseñó a leer y a escribir y le dijo en su momento que siempre debía tratar de ser un personaje de ficción, sin olvidar la realidad, pero siendo un personaje de ficción, y que volara alto y soñara siempre. Y así lo hizo. Primero por cuestiones de la vida y por trabajar y ser directora en una escuela, la literatura quedó a un lado, y ahora que Marcela está por jubilarse, retomó la poesía y presentó su libro y a partir de su poemario vino toda esta posibilidad de insertarme en el nuevo mundo de la poesía a nivel de hermanos entre todos los países.

APL: Coméntame algo de lo que dices en tus libros.

MG: Mis poemas, sobre todo el libro que estoy presentando estos días, En un lugar sin tiempo, precisamente porque creo que para la poesía no hay tiempo y para los versos, las letras, no hay lugares, no hay fronteras. Ese texto tiene poesía que abarca muchísimo lo ancestral. Soy una amante de nuestras culturas ancestrales y después bastante de justicia social, de demandar la falta de valores que se van perdiendo y también en algunos poemas hago referencia al empoderamiento de la mujer. En otros hago homenaje a escritores o artistas que ya no están.

Bueno, como toda poetisa, algunos poemas son de amor y desamor. He participado en muchas antologías y además, en investigaciones, porque en cuanto me dediqué a la dirección de la escuela, trabajé todo lo que tiene que ver con la discriminación educativa y la discriminación en las escuelas. Tengo publicados muchos artículos de investigación. Hace poco empecé a publicar lo que es la poesía y la literatura.

Este es mi primer poemario, y a partir de la pandemia y de estar en contacto con algunos escritores del momento, me di cuenta por dónde iba mi camino, mi estética literaria. Siempre escribí, según me decían los que escuchaban, que escribía raro. La gente que me ha leído en el pueblo me decían lo mismo: que escribía raro, que usaba palabras raras, y ahora me doy cuenta, incluso lo hemos hablado con mis compañeras de la Organización Poética Internacional “Vuelo de Mujer”, que mi poesía va por el lado del neocreacionismo. Esto de ir por el lado de Huidobro, de Octavio Paz. Me he adentrado muchísimo en la prosa poética, en ese estilo, y es en el que me siento más cómoda. Todo lo que he escrito durante la pandemia, prácticamente está escrito en prosa. Y ahí sí hay críticos que dicen que escribo bien.

APL: ¿Es la poesía un arma de reivindicación social?

MG: Con las chicas lo hemos hablado. Mi literatura no es feminista. Hace una reivindicación de la mujer, pero no soy de las feministas que, a ver, sin decirlo ni entrar en controversias, es un tema complejo: hay que visibilizar el trabajo de la mujer, sus derechos, las posibilidades que tiene en el arte, y eso no significa de ninguna manera desmerecer al hombre. Uno de los principios que tiene “Vuelo de mujer” es que si nos tocan a una, nos tocan a todas. Pero lo hacemos desde la palabra y desde el respeto.

En mi caso particular, cuando veo manifestaciones de algunas mujeres incitando a la violencia, incluso he oído proclamas que instan a matar al hombre. Creo que ahí nos equivocamos, porque de esa manera estamos haciendo aquello de lo que nos quejamos. Yo creo como mujeres, nuestro rol principal, aquellas que somos madres, y de varones, enseñar y educar y enseñar a nuestros hijos para que respeten a las mujeres, las valoren, las vean en lo cotidiano. También a nuestras hijas, enséñales que es lo que no tienen que hacer consigo mismas; y como docentes, lo digo porque soy profesora de escuela secundaria, promover ese compañerismo, ese ir a la par entre el hombre y la mujer. Que ninguno es superior a otro, que con cada una de las diferencias que tenemos somos valiosos. Tenemos que reconocernos en esas diferencias y tomar conciencia de cada una de esas diferencias, en ese reconocer al otro, sentirnos mejor e incluso convivir de mejor manera. Como poetas, la posibilidad que tenemos de tratar de alguna manera de mancomunar lo que tiene que ver con lo masculino y lo femenino, es precisamente alzar la voz. No me refiero a gritar, sino a escribir, a hacer de los versos esa posibilidad, ese don que se nos dio para luchar desde ese lugar, no desde la violencia. Luchar sí, desde la palabra y desde el amor.

APL: ¿Cómo se percibe la herencia de esa gran generación de poetas que han precedido esta nueva ola de vates en Argentina?

MG: Fueron muy grandes: Cortázar, Borges, Alejandra Pizarnik, Alfonsina Storni, y tantas otros y otras. De todas formas hoy existe una gran poesía. Distinta pero grande también. Está Guillermo Pilía y muchos poetas con una nueva dinámica, con una nueva estética literaria, con nueva personificación y nuevas metáforas. Y que creo que es válido y muy lindo, ojalá se llegue a conocer en todos los lugares.

APL: Todo será posible. Y también que algún día yo pueda ir a Buenos Aires y tomarnos un café con un gran tango de fondo y un libro tuyo sobre la mesa.