FÉLIX ROSADO NOS HA SORPRENDIDO CON LA PRIMERA NOVELA SOBRE FILOMENA, LA GRAN NEVADA QUE AZOTÓ A MADRID Y SUS ALREDEDORES A PRINCIPIOS DE AÑO.
HOY LES PRESENTAMOS EL PREFACIO DE LA NOVELA Y EL EXORDIO, O UNA INTRODUCCIÓN NECESARIA PARA PREPAR AL LECTOR EN SU CRUZADA POR ESTA NOVELA CUYO AUTOR NOS DEVUELVE A ESE LABERINTO DE NIEVE, JUEGOS, TEMORES, AMBULANCIAS Y SUEÑOS QUE FUE «FILOMENA», LA GRAN NEVADA DEL SIGLO.
PREFACIO
Cierto que Madrid está a la misma latitud que Nueva York, nevadas brutales se han visto en esa ciudad, pero nadie recuerda cosa semejante en Madrid, nunca había nevado tanto aquí, nadie recuerda haber visto nada igual. Tal vez mucho sí, en 1971, tal vez similar la de Barcelona de 1962, con esquiadores por sus calles, año en que los tractores agrícolas dejaron el campo para acudir en socorro de la ciudad, o la de Madrid, de 1950 cuando el manto blanco se elevó hasta el medio metro, causó caos en el transporte y caídas de árboles, la de 2021, había sido sin duda hasta ahora la peor, comparando el caos provocado por Filomena, después de 30 horas nevando… 50 caídas por hora, cuatrocientos autobuses varados, miles de llamadas de incidencias,
No se puede dejar en el olvido la Gran Nevada de la sierra del Segura en Jaén, en 1951, con pueblos incomunicados durante más de mes y medio, ventisqueros brutales, y misiones de aviones que hubieron de ponerse en marcha para poder arrojar alimentos desde el cielo a los habitantes de la zona. Así lo relataba NODO, el noticiero de la época que se emitía en las salas de cine: “La Sierra del Segura en la provincia de Jaén se halla totalmente cubierta de nieve y se encuentran incomunicados durante varias semanas los pueblos de Pontones y Santiago de la Espada, el gobernador civil de Jaén y las autoridades inspeccionan y dirigen los trabajos que se realizan para abrir paso a la expedición de socorro, organizada por la comisión de abastecimientos y transportes y que intenta romper el cerco que coloca a los citados pueblos en grave situación. Son ya 50 días los que Pontones y Santiago de la Espada llevan bloqueados, seis días y seis noches tardaron en llegar al pueblo de Pontones, donde nace el río Segura. Salvando los ventisqueros que tenían un espesor de más de ocho metros, los camiones siguieron avanzando mientras aviones de la base de Granada arrojaban alimentos a los habitantes de Santiago”. Los rigores del invierno se repiten de manera extrema cada 50, 70 años…
La historia de “Odisea 4X4: Ángeles en Madrid bajo la Gran Nevada” no es la de la torva y sorprendente borrasca caída a primeros de enero de 2021 sobre Madrid y alrededores, aunque éste sea el escenario, que también, en ese centro de España y otras regiones peninsulares, pero sí lo es más que, habiendo sufrido de tal guisa las inclemencias de una tormenta digna de aparecer en los libros de relieve documental, y de fechas para acontecimientos a recordar en efemérides, lo extraordinario es la aparición voluntaria de un grupo de civiles que armados de potentes máquinas, como si fueran antiguos carros tirados por 500 caballos, sacaron sus resistentes vehículos cuatro por cuatro, todoterreno, para convertirlos durante cuatro días en improvisadas ambulancias de urgencias, bajo una arriesgada conducción en una ciudad que, súbitamente, se convirtió en una zona polar abatida por la nieve y, posteriormente, el hielo. Hubieron de lidiar incluso, en ocasiones, sometidos a quejas de personas malhumoradas que pensaban, quizás, que no eran más que imprudentes o invasores de espacios, hasta que saltó su fama y sus impávidas acciones a los medios de comunicación; de ahí, entonces, se pasó a la alabanza, y esto es lo que queda y lo que realmente importa.
Esta es la aventura de un grupo de asistencia originado en una zona de Madrid, el Barrio del Pilar, que aunó el ejemplo de todas las decenas de conductores que en toda la ciudad y alrededores, con el lema SOS 4X4, se lanzaron, como quijotes, a las temibles pistas, propias de trineos o raquetas, snowboards o esquíes, en las que se habían transformado las calles, tras el paso de la tormenta Filomena. Su objetivo era llevar fundamentalmente a enfermos y personal sanitario allá donde fuere necesario, salvando incluso vidas en arriesgadas rutas, aparte de que hicieran además otros servicios de buenos samaritanos, como acercar gente sobrecogida a sus casas, ayuda a policías, conductores varados, arrancaran a grúas atascadas, e incluso llevaron comida a personas atrapadas en sitios inverosímiles. Esos ejemplos de tantos pudieron ser reflejo de lo que trabajaron de forma intensa esos días, cual hormigas, los que así fueron protagonistas, Dani Gala, Dani Goma, Fernando Cifuentes, Guillermo Velasco y Hache, Fran y Ana, el equipo de rescate Esyr con Santiago y sus tres compañeros, la doctora Nuria, de Urgencias, Sona, Manuel, o el policía Saúl. Como tantos otros, en muchas otras zonas, se pusieron a ayudar, en equipos improvisados, a personas que en esos días por distintas circunstancias eran víctimas propicias del temporal.
La historia está dedicada pues a todos esos conductores y personas que estuvieron alrededor de este grupo, y otros cuatro por cuatro, como equipos médicos, e incluso fuerzas y cuerpos de seguridad, que en ese paréntesis invernal extremo, durante cuatro procelosos días, como dijo una de las médicos de urgencias, se convirtieron en ángeles que salvaron decenas de vidas. En la opinión pública salieron calificativos de exaltación, llamándoles héroes, pero ellos dijeron que sólo hicieron lo que tenían que hacer. La odisea cobra mayor notabilidad teniendo en cuenta que estos hechos sucedieron en medio de la pandemia de Covid19, que obligaba a afrontar demasiados retos y esfuerzos para llevar a cabo una misión, indudablemente, humanitaria.
Fueron allí ellos a luchar pues contra Filomena, la diosa griega de la música y el canto, que habiéndose aliado con el dios noruego de los truenos, Thor, sepultaron Madrid bajo la Gran Nevada.
26 de enero de 2021.
Félix Rosado, autor de «Odisea 4×4 Filomena. Ángeles y héroes en la tormenta»
Odisea 4×4 Filomena
Ángeles y héroes en la tormenta
Basado en hechos reales de la Gran Nevada en Madrid
EXORDIO
Diciembre de 2020. Un satélite meteorológico de última generación monitoriza las tempestades de la Tierra como si la humanidad se adelantara a un estado futuro. Se trata de la denominada Misión de Dinámica Atmosférica Aeolus. El robot Aeolus fue lanzado en 2018 para detectar las adversidades climáticas en el planeta y activar la prevención de catástrofes. Hace unas semanas se ha desatado en la atmósfera un fenómeno celeste, está fuera de sí y dibuja un remolino de proporciones ciclópeas.
Mecanizado por la Agencia Espacial Europea, con tecnología cada vez más perfecta, las analíticas corren por las estaciones científicas. Mientras, los ciudadanos dedican sus días al ocio en las Navidades del año 2020, el año de la pandemia de coronavirus. “¿Todavía van a producirse más catástrofes?”, comenta uno de los ingenieros de Aeolus. “Me temo que sí”, responde otro.
Este invierno se ha originado sobre el Ártico un evento de vórtice polar dividido en dos, según se desprende de las captaciones hechas por Aeolus, este moderno dios de los vientos, que toma su nombre del griego Eolo. “Hay una masa de aire giratoria sobre el Atlántico norte y otra sobre el Pacífico”, destaca un portavoz de la misión aeroespacial. Lo que nadie espera, ni de lejos la población de Madrid, es que tal movimiento vaya a recorrer miles de kilómetros, desde el Este de Norteamérica, sobrevuele Canadá, atraviese el Atlántico y, luego, vaya a descargar una precipitación inaudita que pueda colapsar una de las metrópolis más avanzadas del mundo en infraestructuras: Madrid. Esta región central española, como todas las zonas peninsulares ibéricas, está asediada también por esa epidemia del Covid19. La gente acaba de celebrar a su manera unas fiestas entrañables, y en sus preocupaciones miles de personas sufren por los repuntes de la enfermedad del coronavirus, no por otra cosa externa. Nadie está pendiente de la troposfera, sino de los viajes en carretera, metros, tren, aviones… La ya escasa tranquilidad existente está a punto de cimbrearse como una amapola matutina azotada por algo más que una dulce lluvia.
8 de enero de 2021. En la mañana del 8 de enero, como cada viernes, trabajadores y conductores, que hasta esas fechas no se conocen de nada, amanecen a distintas horas, muchos de vacaciones pero cada cual con sus intereses, que no son más que los de evitar y sobrevivir a la pandemia que ataca los pulmones, fundamentalmente, y otros órganos del cuerpo humano. Aparte, tienen afán por disfrutar con la familia el último fin de semana navideño. Para algunas personas, ha sido un año aciago y divino a la vez. Es el caso de un mecánico al que algunos amigos llaman SuperDani, que atravesó una fuerte crisis personal; ahora está feliz en su taller y ya pensando en ir a jugar por la tarde con sus hijas; o el de Guillermo, convaleciente aún, recuperándose de la última sesión de quimioterapia recibida, lleva varios meses en tratamiento de cáncer y está a punto de superarlo, lo celebrará tal vez con unas vacaciones dentro de unos meses… o antes; otro es Goma, un chofer profesional, un friki de los todoterreno en su tiempo libre, transitando en tiempo de trabajo con su taxi; Fran, un funcionario aparentemente tranquilo, lejanos ya sus tiempos de militar, aún disfruta de las últimas horas de vacaciones junto a su esposa Ana avezada copiloto; Enrique es un experto en detección de documentos falsos, ha salido a pasear con sus hijas, que son las niñas de sus ojos, su otro principal pasatiempos es la conducción; Santiago realiza las tareas propias de su equipo de Rescate, es verdad, pero no espera nada que sea ya más anormal que lo vivido en 2020; la doctora Nuria tiene que ir más de lo que quisiera, por la tercera ola del Covid—19, a su puesto de Urgencias en el hospital Ramón y Cajal; Fernando, un inquieto empresario, descansa en Madrid cuando por estas fechas suele viajar todos los años al extranjero, ¡ah!, esta vez se quedó en su querido Barrio del Pilar en Madrid; Saúl acaba de concluir sus vacaciones, siempre en casa, y se va esa mañana al gym antes de encaminarse a su puesto en la comisaría; otro policía Bernardo acude al distrito Centro de Madrid con precauciones, pero no podrá evitar algo inopinado; y Elena se encuentra preparándose para ir el sábado con su padre a la rutinaria sesión de diálisis en el Hospital de La Paz; el gerente sanitario Manuel no sabe que no podrá acudir al hospital de Cruz Roja durante varios días, mientras que la doctora Sona del mismo centro médico tendrá que aplazar la entrega de un regalo en una jornada que amaneció aparentemente normal. En las empresas de autobuses interurbanos todavía no se ha planificado ninguna suspensión de los servicios de ida y vuelta a la gran ciudad. Una tormenta como un ciclón pondrá todas sus vidas al borde de un inesperado precipicio de tensión, altruismo, solidaridad, emociones y presión con situaciones límite, incluso a vida o muerte, en cuatro días difíciles de olvidar.
La predicción de la Agencia Estatal de Meteorología de España, la AEMET, está publicando ya, ese mismo día, avisos continuos de temporal en sus sitios web.
Suenan los teléfonos.
—¿Qué tienes?
—Un tormentón.
—¿De qué nivel?
—Pues,… si lo comparamos con un terremoto, yo diría que de grado 5, sólo que en modo nieve, o sea, seísmo en las nubes y descarga brutal. Un choque de trenes en el cielo.
—¿Dónde va a caer?
—Pues creemos que la cosa va a ser muy fuerte en Madrid.
—La borrasca ya está bautizada como Filomena.
—Pues, ojo a Filomena, ¡avisa al equipo!
—Y, ¿a las autoridades?
—Pues también, pero, como comprenderás, con la pandemia del Covid19, eso es lo que más preocupa, y esto es un fenómeno inaudito del tiempo, no te van a hacer ni puto caso, sacarán las quitanieves y harán cuatro declaraciones.
Se hizo un silencio en el despacho.
—No se puede hacer ya mucho más que informar.
—¿Pero quién va a tomar las suficientes precauciones?
—Tal vez sea inevitable —respondió el interlocutor, haciendo un levantamiento de hombros.
Hubo un segundo silencio. Y enseguida, el asesor habló.
—Nadie puede imaginar que vayamos a tener que dar explicaciones de por qué informa una agencia de meteorología de los peligros que, en ocasiones, se derivan del mal tiempo, de los azares de la naturaleza que ¡nunca!, ¡nunca!, el ser humano va a poder controlar. Y lo vamos a tener que hacer.
—Luego dicen que si el hombre, o la mujer del tiempo, no acierta… ¡Y están avisados!
Por eso no puede extrañar que una tormenta, de la que se ha informado previamente, haya sido noticia extraordinaria, y que pasados los hechos, lo siga siendo.
—Haz un informe —dijo.
—Ok. Naturalmente que sí.
Poco después, se emite un informe meteorológico de la AEMET que recoge una nota exhaustiva sobre Filomena, concretamente indica (sic): “A lo largo del día 8 de enero, Filomena, de nuevo con una estructura de borrasca extratropical marcada (frentes frío, cálido y ocluido) se desplazó rápidamente en dirección noreste. Mientras tanto, y desde dos semanas antes, concretamente desde el día de Navidad del año 2020, se había establecido un flujo de aire polar muy frío sobre la Península, que había llevado las temperaturas a valores muy bajos, con mínimas por debajo de 0 ºC en prácticamente todo el territorio, y valores de hasta —16 ºC en algunos puntos, y máximas que apenas superan los 0 ºC y, en algunas zonas, no los alcanzaban”.
Este documento no era más que la confirmación de lo previsto por el otro grupo de investigadores de la misión Aelous. E igualmente lo explicaba en forma de comunicado Anne Grete Straume, científica de la misión: «La división conduce a cambios en la circulación troposférica que permiten que las masas de aire frío de los polos escapen más fácilmente a latitudes más bajas. Por el momento, algunas partes de América del Norte parecen estar experimentando un clima más frío que Europa, aunque hemos visto eventos de aire frío que llegaron bastante al sur de Europa durante las últimas semanas provocando, por ejemplo, fuertes nevadas en España».
—¿Qué significa esto? —pregunta Juanjo a Richar.
— Pues, en román paladino, eso quiere decir más o menos que una división, en el vórtice polar, un sitio frío a pares, hizo que hubiera vientos helados, en la atmósfera, y a la vez, un repentino calentamiento estratosférico, que aunque es habitual, esta vez ha sido extraordinariamente mayor, y ¡ahí está Filomena…!
—Y ¿eso puede deberse al cambio climático?
—No se sabe aún.
La ciudad de Madrid ha amanecido tranquila.
—Richar, escucha, llevo días mirando las previsiones, acabo de ver que en Madrid aparece nieve ¡durante 36 horas ininterrumpidas! —espetó Juanjo.
—Ostras, por no decir otro palabro —contestó Richar.
Ese vórtice polar roto va a llevar la tormenta hasta una zona estratégica y con seis millones de habitantes.
Tal vez la zona más afectada sea Madrid, precisamente por eso, por su población elevada y por ser nudo de comunicaciones nacional e internacional.
—¿Qué hacemos?
—Llama a tu equipo de rescate. Y que sea lo que Dios quiera. Haremos lo que podamos por nuestra parte.
—Ok, envía la notificación. Dos grados de alerta máxima.
+Temporal Filomena peligroso. Stop. En cuestión de horas. Alerta naranja inicial. Stop. Posteriormente, Alerta roja. Stop.
+Coordenadas GD
Grados decimales
Latitud 40.4183° en el hemisferio Norte, 3.7028° en la longitud Oeste.
Luego añade un último dato, que parece no tener importancia:
+Altitud sobre el nivel del mar: 665 metros
Punto central de descarga: Madrid.
Mensaje remitido, a la antigua usanza, como un telegrama. Filomena llega girando como un ciclón, de manera contraria a las agujas del reloj, sin importar la hora, ni la fecha, el 8 de enero.
Pues bien, en tales coordenadas geográficas de reunión, se amontona paso a paso la tempestad.
Este viernes 8 de enero se arrima Filomena despacio, sin tarjeta de visita, empieza a nevar dulcemente y miles de personas se echan a la calle a disfrutar de la nieve, a reírse, a deslizarse en trineos, a tirarse bolas de nieve, muchos famosos salen literalmente en pelotas, en paños menores, en bikini, se hacen selfies para subirlas a instagram u otras redes sociales, la gente está estresada por meses de pandemia, pareciera que la nevada es una alegría inesperada y vivaz en todo su esplendor, Madrid es una fiesta blanca.
Muchas personas residentes en la ciudad, pero oriundas de latitudes tropicales y otras partes del mundo graban vídeos, uno de ellos llega al móvil de Juanjo, “¡está nevando en Madrid, qué alegría!”, filman los primeros copos de nieve, caen con suavidad. Paulina es otra latina que quiere visitar a una amiga, se está haciendo tarde, mucha gente no tiene ni el abrigo ni el calzado adecuado para un temporal así. Paulina sale de casa y cuando apenas ha caminado cien metros decide que es mejor regresar y olvidarse del recado. Ya irá mañana. Elena sube a su casa y habla con el conserje.
—Alfonso, echa bien de sal en la rampa que mañana tengo que llevar a mi padre a diálisis.
Aún no sabe la peripecia que les espera.
9 de enero de 2021. 06:00 horas de la mañana.
Suena el despertador.
Elena se levanta como cada sábado para recoger a su padre y llevarlo al hospital. Ella vive en Vicálvaro. Desayuna ligero, un colacao caliente. Luego se asoma a la ventana. Ufff, se sorprende. Lo que hay afuera es irreconocible. Ve que no va a ser posible ir con el coche hasta Ventas, allí viven sus padres. Tendrá que ir en el metro. Se arma de valor. Baja las escaleras.
Son las 6:30 de la mañana.
Elena sale ya de su casa y se encuentra con unas calles desiertas y fantasmagóricas inundadas de nieve, frío y semioscuridad, un ventisquero irreal oculta el suelo y decenas de árboles están tronchados, como si un oso gigante los hubiera derribado a zarpazos.
Una vez en la calle, se cree que ha amanecido en otro planeta. Inconscientemente, saca el móvil y se pone a grabar un vídeo, es un monólogo, lleno de palabrotas. Recuerda mentalmente que “yo no hablo así tan mal, dice, pero me sorprendo a mí misma”.
Elena camina con mucho esfuerzo, no sabe por dónde ir. Ella habla consigo misma y se responde a sí misma, es un monólogo dialogado que le ayuda a seguir adelante, porque si no volvería a casa, pero su padre tiene que ir a diálisis sí o sí.
—Es como una película de miedo
—Dices tú
—Esto es un puto infierno, o sea, aquí todos los árboles caídos, es muy fuerte, voy por mitad de la carretera y ¡mira cómo están los árboles…!
—No sé qué voy a hacer cuando llegue a mi destino, pegarme un tiro, claro, aparte de lo cagada que voy por aquí, no hay ni Dios…
—Pero también pienso yo, claro, ¡quién coño va a haber…!
—Es alucinante, o sea, ¡alucinante!
Sigue hablando sola y pone en pausa el vídeo, hay árboles caídos por todas partes y nieve y más nieve. Enseguida vuelve a activar la grabación:
—Madre mía, y aquí pasando a toda hostia, ¡que todavía se me cae un árbol en la cabeza, no me jodas…!
—Madre mía, te juro que esto es pa’ vivirlo, ¡muy fuerte…!
Luego, para quitarse el miedo, se ríe:
—Ja, ja, ja, ja, joder,…
Mientras, camina como puede, hundiéndose hasta las rodillas, emite suspiros de cansancio.
—Por aquí parece que ya no hay tantos árboles caídos, ¡por dónde me llega la nieve!, ¡es tremendo!, estoy bien, ja, ja, ja… —vuelve a reír.
—Pero no sé si me voy a ir con mi padre a algún lado así, ahora veré…
Corta la grabación del vídeo. Y se lo envía a su marido. Se presenta un día infernal.
*Nota del autor: “Odisea 4×4: Ángeles y héroes bajo la tormenta Filomena” está basada en hechos reales acaecidos en la Gran Nevada en Madrid. La mayor parte de los relatos de esta novela se han extraído de situaciones vividas por los protagonistas, informaciones oficiales seleccionadas y otras de medios de comunicación y administraciones públicas, agencias de meteorología y documentos reales. Algunos protagonistas no tienen el nombre de los personajes reales, sino nombres de la ficción literaria, por decisión propia de ellos, al no querer figurar, hecho que es igualmente respetable. Esta obra pues con relatos reales y de ficción novelesca es un homenaje a ese grupo de civiles que de manera espontánea, en Madrid, prestaron ayuda con espíritu desinteresado, salvaron vidas y auxiliaron a pacientes enfermos, cuadros médicos e, incluso, a cuerpos de seguridad y asistencia o emergencias del Estado de distintos niveles. Se comportaron como equipos de salvamento.
NOTA: «Odisea 4×4 Filomena. Ángeles y héroes en la tormenta», de Félix Rosado, está disponible en Amazon