«Hoy -con absoluta convicción- me ratifico en lo dicho y, a diferencia de muchos, me atrevo a expresar que, verdaderamente, Vallejo es el pico más elevado; el poeta más completo (y creo que no solo en nuestra lengua).» Desde Lima, Perú, nuestro amigo Bernardo Rafael Álvarez, escribe este maravilloso texto para conmemorar los 83 años del fallecimiento del gran poeta peruano. César Vallejo es una semilla de libertad y representa la soberanía poética de la humanidad en toda su grandeza. (Arturo Prado Lima)
Por Bernardo Rafael Álvarez
En una crónica que escribí y publiqué en marzo del 2008, dije, respecto de César Vallejo, que es uno de los picos más elevados de la poesía en lengua española.[1] Sin embargo, trece años después, en el muro de Facebook de un amigo, hace un par de semanas, el 11 o 12 de marzo, afirmé como comentario que se trataba del «más grande en lengua castellana”. Hoy -con absoluta convicción- me ratifico en lo dicho y, a diferencia de muchos, me atrevo a expresar que, verdaderamente, Vallejo es el pico más elevado; el poeta más completo (y creo que no solo en nuestra lengua). A continuación expondré algunas razones con las que trato de sustentar lo declarado (esto, como un adelanto de lo que es un ensayo que tengo en preparación, en que, como corresponde, también haré mención de otros poetas universales). Bien.
1) Algo que suele decirse casi permanentemente y hasta el cansancio -y a manera de frase hecha- es que Cesar Vallejo es el “poeta del dolor humano”. Con esa expresión, que más parece un estigma, lo que se hace es apenas tomar en cuenta solo un aspecto de su poesía. Y no dudaría que fue a partir de esa equivocada y reduccionista caracterización, que a alguien -según tengo entendido- se le ocurrió esto que es un disparate: decir que Vallejo es “un poeta llorón”. No, señores. La poesía del santiaguino universal no es expresión de llanto, no es melodramática. Es humana, sí, y en grado sumo; pero, sobre todo, es la creación de un nuevo lenguaje, de una manera diferente de sentir y decir las cosas; poesía lírica que roza las fronteras de la épica.
2) Es usual en los críticos, encasillar a los poetas a partir de ciertas características individuales de su trabajo creativo (como hacen también con los pintores), y así, por ejemplo, a algunos los ubican en el modernismo, a otros en el surrealismo, el ultraísmo, el dadaísmo, etc. Vallejo -su poesía- está por encima de esas clasificaciones; es todo eso y muchísimo más: no es una individualidad encerrada en una parcela; Vallejo es múltiple. Voy a mencionar -repito, como adelanto- solo unas cuantas cosas al respecto. Un poema dadaísta en Vallejo sería el LXXVI, de Trilce (“De la noche a la mañana voy / sacando lengua a la más muda equis…”); surrealista, sería el XXV, del mismo poemario (“Alfan alfiles a adherirse / a las junturas, al fondo, a los testuces, / al sobrelecho de los numeradores a pie…”), y también de ese mismo libro, ultraísta sería el XX (“Al ras de batiente nata blindada / de piedra ideal. Pues apenas / acerco el 1 al 1 para no caer…”). Y, bueno, también los hay poemas, para leerlos de un modo completamente diferente, que son muestra de lo que en pintura se conoce como expresionismo abstracto. Pero no es que a nuestro poeta se le hubiera ocurrido incursionar en diferentes escuelas o corrientes, para asimilar estilos o maneras; fue él quien creó -sin deberle a nadie- su particular estética (recuérdese, por ejemplo, que antes de la aparición del Surrealismo, en Trilce ya se advierten características realmente surrealistas). La poesía de Vallejo goza de plena autonomía y absoluta libertad.
3) Al leer los poemas de nuestro ilimitado compatriota podemos reaccionar de distinto modo (es la magia de la buena poesía, pues: puede generar efectos inesperados). Podemos quedar estupefactos si nos ponemos frente a textos crípticos, que los tiene varios, en los que –como bien señala Américo Ferrari- “ya no describe nada, sino que se limita a inscribir sensaciones febriles, recuerdos alucinados, impulsos psíquicos elementales, sueños, dentro de formas poéticas libres de sujeción, de toda intención de halagar el ‘buen gusto’ del lector”[2]; podríamos conmovernos, incluso hasta las lágrimas, por ejemplo con el poema que comienza así: “He almorzado solo ahora y no he tenido / madre, ni suplica, ni sírvete, ni agua…” (XXVIII, de Trilce); hasta podríamos, incluso, aprender cosas que tal vez desconocíamos, con Fosforescencia y Transpiración vegetal, por ejemplo, dos de los primeros poemas que escribió y que son didácticos. Nos causará gracia y podríamos terminar riendo con versos, como los del último poema de Terceto autóctono (de Los heraldos Negros), en que habla de un ebrio que al andar “traza mil garabatos” y “el río anda borracho”; o, en fin, El alma que sufrió de ser su cuerpo, de Poemas Humanos en que encontramos esto: “¡Dame la pata!… No. La mano, he dicho. / ¡Salud! ¡Y sufre!”. Pero también, con su poesía, podremos sentir paz, alivio, enternecernos, y, claro, también soliviantarnos; o quedarnos simplemente estupefactos al chocarnos con frases en las que de pronto aparece alguna palabra inventada por el mismo poeta, como estas, en Trilce: “… alguna / vez hallaría para el hifalto poder.”[3] (VIII); “Cómo arzonamos, cara a monótonas ancas” (X); “Carilla en nudo, fabrida…”; o poemas como el XXXII de Trilce, que no tiene nada de conceptual y pareciera haber sido escrito no precisamente para generar algún tipo de emoción, pero aun así podría arrancarnos una sonrisa con aquello de la «Serpentínica u del bizcochero» o la «gran cachaza» del «firmamento gringo»; y, por cierto, el poema Hojas de ébano (de Los heraldos negros) con aquel gerundio que puso de vuelta y media a todo el mundo: “Tahuashando”. Ah, y nunca dejaremos de reflexionar, con el poeta, acerca del destino de la humanidad y sus esperanzas.
4) Vallejo tiene poemas escritos con palabras majestuosas, pero también y sobre todo con una profusión de expresiones extremadamente comunes -coloquialismo puro, poesía conversacional- a la manera de Santiago de Chuco, o como hablamos en Pallasca, con una simplicidad propia de la gente sencilla, como esto que parece la noticia dada por un poblador común y corriente al cruzarse, en la calle del pueblo, con un paisano: “Murió doña Antonia la ronca, que hacía pan barato…” (en La violencia de las horas); o esto: “Ya no tengamos pena. Vamos viendo / los barcos ¡el mío es más bonito de todos! / con los cuales jugamos todo el santo día…” (III, de Trilce); o esto otro, que es un imperativo rotundo (en el XVI del mismo libro): “Cangrejos, zote!”.
5) Algo importante a tener en cuenta, también, es que la poesía de Vallejo no es coyuntural, de circunstancias, y tampoco panfletaria. No creo que se le hubiera ocurrido hacer algo como eso a lo que Neruda llamó “incitación al nixonicidio”. “España aparte de mí este cáliz”, por ejemplo, se inspiró en hechos dramáticos, reales, de los que el poeta no solo fue testigo; sin embargo, su poesía va muchísimo más allá de lo transitorio, de lo que podría ser un olvidable reportaje periodístico, el registro de una circunstancia en particular; más allá en el tiempo y en el espacio. Y otra cosa: Vallejo no es precisamente –es mi opinión- poeta “de una estirpe, de una raza», como afirmó Mariátegui; pero sí, y en esto no hay lugar a discusión, es –como también dijo el Amauta- «un creador absoluto».[4] Vallejo es universal, y es perpetuo; no es de un punto geográfico, ni de una identificación étnica determinada. La poesía (y de esto obviamente estaba convencido) no es crónica, no es libelo, y tampoco un arma para disparar (como años después llegó a sugerir Gabriel Celaya[5]); pero sabía que -efectivamente- lleva una carga de futuro, de esperanza, de vida, de justicia, y no de resentimiento y menos de maldad: no para herir, no para matar. Poesía, por lo demás, consecuente con sus ideas, con sus principios: “Antes que el arte, la vida”, había escrito en 1926.[6]
6) Vallejo incluso escribió poemas con “errores” ortográficos, muchos evidentemente perpetrados a propósito y algunos tal vez involuntariamente; y hasta -¡cómo no!- hizo poemas “imperfectos” pero geniales, ¿saben por qué? Porque –y aquí voy casi a parafrasear a Hemingway[7]– los poemas “bien escritos” los hacen los poetas menores y son los otros, como César Vallejo, los creadores de genialidades.
7) Finalmente debo decir esto: Vallejo no se dedicó solo a romper, revolucionariamente, con todas las formas establecidas de escribir poesía; también escribió a la manera clásica, con métrica y rima (sonetos, por ejemplo); pero, claro, prevalecen los libérrimos. También escribió poemas en prosa. Vallejo, repito, es un poeta total y absolutamente libre. Quiso, por ejemplo, -entre otras cosas- “… no atender sino a las bellezas estrictamente poéticas, sin lógica, ni coherencia, ni razón. Como cuando Picasso pinta a un hombre y, por razones de armonía de líneas o de colores, en vez de hacerle una nariz, hace en su lugar una caja o escalera o vaso o naranja”.[8] [9] En las palabras transcritas, que son como un «manifiesto» por una nueva poética (que -como veremos enseguida- ya la había puesto en práctica antes, con Trilce), Vallejo nos dijo, que es posible que un poema, al mismo tiempo, sea surrealista, dadaísta, ultraísta, etc., y que hasta el absurdo podía caber en él. Porque no existen límites para la creación. Veamos estos versos contundentes en el poema LXXIII de Trilce: «Tengo pues derecho / a estar verde y contento y peligroso, y a ser / el cincel, miedo del bloque basto y vasto; / a meter la pata y a la risa. / Absurdo, sólo tú eres puro…». Bueno, si no lo fue antes, a partir de él la poesía es ahora, y lo será siempre, una de las expresiones más irreverentes y excelsas con que se hace verdadero el ejercicio de la libertad.
¡Un abrazo!
[1] En mi blog que ya no uso, Bitácora Extraviada: https://www.angelfire.com/al4/alvarezbr/bitex/index.blog?from=20080507. Luego, en diciembre del 2011, en este nuevo blog:http://berafalvarez.blogspot.com/2011/12/vallejo-pallasca-y-yo.html
[2] Américo Ferrari: Prólogo a César Vallejo. Obra poética completa. Francisco Moncloa Editores, Lima, 1968
[3] Según Meo Zilio, con el vocablo “hifalto” Vallejo habría querido decir “falto de hijos” (osada interpretación, creo yo); y por ello, Marco Martos y Elsa Villanueva consideran que el poema “gira alrededor del hijo deseado”. En: Las palabras de Trilce. Seglusa Editores, Lima, 1989.
[4] José Carlos Mariátegui: 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana. Empresa Editora Amauta, 19a Edición, Lima, 1971.
[5] Gabriel Celaya: Cantos Íberos, 1955.
[6] César Vallejo: La defensa de la vida, publicado en El Norte, 21 de noviembre de 1926. En: Desde Europa, crónicas y artículos (1923.1938). Recopilación, prólogo, notas y documentación por Jorge Puccinelli. Fuente de Cultura Peruana, 1987.
[7] Ernest Hemingway: “El último estilo de Pound lo ha hecho, a veces, mejor T. S. Eliot. Pero, después de todo, Eliot es un poeta menor. Los poetas menores escriben los bellos poemas”. Homenaje a Ezra Pound. En: Introducción a Ezra Pound. Antología general de textos. Barral Editores, Barcelona, 1973.
[8] César Vallejo. Carnet de 1929. En: Vallejo, Obras Completas. Contra el Secreto Profesional. Mosca Azul Editores, Lima, 1973. Pág.74.
[9] Es lo que propuso Vallejo en 1929, y antes ya había hecho en Trilce; sin embargo, después cambió de opinión. En su artículo «Una reunión de escritores soviéticos», publicado en El Comercio del 1° de junio de 1930, aboga por «el control de la razón» y afirma que «El método de la creación artística es y debe ser consciente; realista, experimental, científico», y hasta califica al surrealismo como «sistema decadente». Un cambio de opinión quizás motivado por razones ideológicas, pero -creo yo- definitivamente intrascendente.
© Bernardo Rafael Álvarez
27 de marzo del 2021