El arte es el resumen de la vida, la prueba concreta del movimiento perpetuo del ser. Y la pintura es la huella de la trascendencia de la humanidad en todos sus colores. No hay necesidad de ser “normal”, para ser artista. Los grandes músicos, poetas y pintores, escritores y dramaturgos, precisamente, son anormales, no están en la norma, en el sistema. Helen Keller era sorda y ciega. Borges, Beethoven, Cervantes son un ejemplo. Y hay otros que no se sienten completos, no por la condición humana, sino porque no pueden poner en orden sus emociones y para expresarlas tienen que acudir a fármacos o al alcohol para sentirse con la capacidad de poetizar la realidad o pintar su entorno.
Valentina, la pintora que hoy presenta conexionnortesur.com es una mujer completa, a pesar del Síndrome de Down que padece, una condición que la ha llevado a centrar su vida en el aspecto fundamental: en ser una persona completa. Su padre, Víctor Basante, nos da un testimonio muy especial sobre su hija. Es él el artífice de una artista, y la artista es una maestra de vida para él. Es decir, lo aparentemente normal, con lo aparentemente anormal, llegan a conformar una forma de arte, una forma de pintar que trasciende los aspectos personales, como toda buena pintura, para adentrarse en los precipicios de las emociones, las pasiones y los deseos y darles su lugar en el aspecto pintado.
La línea, el color, la textura, el fondo de la realidad están ahí, en esa paloma o en esa pared, en la cuadratura del silencio que apuntala a un muro o una pared. Me emociona la lucidez de Valentina. A la altura de todas y todos, nos da la lección que aún muchos necesitamos aprender: la vida es una oportunidad y en ella no hay lugar para lamentos. La vida se poetiza con colores, con palabras, con gestos, con silencios. Y sí que veo todos estos elementos en los cuadros de Valentina, la dulce y frágil, pero fuerte Valentina Basante que hoy expone, junto a otras 11 mujeres, en la CASA DE LA CULTURA DE NARIÑO.
Los invito a leer el ejemplar relato de Víctor y a observar los cuadros de Valentina. APL
VALENTINA BASANTE: CÓMO CONVERTIR LAS EMOCIONES EN NUBES
Y la historia continua y la niña ideal, la famosa que esperaban en la “normalidad” se convirtió en una danzarina y una pintora que junto con Víctor, su maestro, plasma en las obras la alegría y el amor, las manos de Valentina como antenas del alma convirtieron sus emociones en nubes y en este tiempo de pandemia con la cuarentena dibujaron rostros y paisajes libres llenos de vida y color mostrando en todo momento lo que le hemos denominado las PINCELADAS DE AMOR.
RESEÑA DE LA ARTISTA VALENTINA BASANTE Saber que esta historia de Valentina empieza con un sueño matutino y que después ese sueño en la vida real se va desarrollando con altibajos, con tristezas y alegrías, dentro de un cúmulo de emociones cuyo final inesperado, no era lo esperado en el imaginario de pareja, pero su desenlace y destino ya estaba marcado.
UNA VIDA, UN SUEÑO, UN AMOR
UNA VIDA, UN SUEÑO UN AMOR Víctor tuvo un sueño y soñaba con una niña aparentemente normal, pero tenía cierto problema, no era como las demás niñas. La soñó de unos ocho años jugando alegremente, pero…era diferente, había algo que la diferenciaba de los demás niños.
Solo es un sueño decía para sí Víctor, la niña debe nacer bien. Para qué contarle esto a Janeth y preocuparla si ella está muy feliz con el embarazo. Los días transcurrían normalmente en el hogar y eran Víctor, Janeth y Camilo, de once años de edad, quienes esperaban con entusiasmo la fecha del nacimiento de la niña, y entre ellos apostaban el día del nacimiento. Y sucedió el miércoles 25 de junio de 1997. Janeth amaneció con los dolores de parto y con cierto flujo que antecedían al parto. Víctor salió a trabajar normalmente y comentó que en las horas de la tarde no asistiría porque nacería la niña. Realizo sus actividades normalmente, pero no hallaba la ahora para salir hacia el hogar.
En el apartamento, al medio día, Janeth y Rosalba (suegra) ya tenían todo listo para salir, solo esperaban a Víctor y este llegó con prisa y de inmediato se alistó, recogió maletas y los tres salieron por las calles añejas de la Candelaria, el centro cultural y patrimonial de la ciudad de Bogotá. A medida que ellos avanzaban las casas coloniales se desaparecían perdiéndose en la selva de cemento. Los edificios mordernos del centro de la ciudad y la Avenida Jiménez estaban atiborradas de vehículos que pitaban estrepitosamente. Los taxis libres estaban escasos y los tres empezaron a preocuparse, hasta que apareció un taxi modelo antiguo. Janeth, desconfiada, subió al vehículo y el conductor mirando la urgencia aceleró lo más que pudo y las distancias del sitio a la clínica se redujeron considerablemente. Una vez llegaron, Víctor entregó los documentos necesarios para la hospitalización y le asignaron una habitación en el tercer piso donde subieron con ansiedad. Dos enfermeras fueron asignadas para realizar el trabajo de parto, medir tiempo y dilatación. Una de ellas se acercó a Víctor y le sugirió – debe comprar en un supermercado cercano uno o dos cobertores pues la niña sentirá mucho frío por el nuevo ambiente al que vendrá. Víctor salió corriendo y anduvo por varios sitios del barrio Palermo. Después de una hora encontró lo que buscaba y con la prisa que salió regresó con gran preocupación.
De retorno, encontró a Janeth ya ubicada en la camilla con suero y de inmediato el ginecólogo ordenó salir hacia la sala de partos y observó en voz alta: ¡Casi que no llega! Víctor sin dar explicaciones le recordó que había pedido permiso para asistir al nacimiento de la niña. El doctor asintió con la cabeza y le dijo: “debe pedir a la enfermera jefe que le asigne un locker para que se cambie de ropa y se coloque un traje esterilizado”.
Angie Valentina captaba desde el vientre materno lo que sucedía a su alrededor. Yo escuchaba a mis padres dentro de este sitio oscuro y lleno de agua, en mi cápsula espacial y especial a la vez, el líquido hacia que se distorsionarán los sonidos que se producían afuera, pero sentía que mis padres estaban dichosos y hacía poco ellos comentaban: la niña nacerá hermosa y en grande será una chica famosa, esto lo decía a mi mamá. Mi padre decía: ella va a nacer con una estrella. Él a veces tocaba algo que sonaba extraño como si rasgara cuerdas. Lo hacía bien. También cantaba. A veces cambiaba de instrumento como si el viento se transformara en sonidos bonitos.
Camilo, mi hermano, trataba de tocarme cuando yo daba patadas sobre el vientre de mi mamá. Cuando ya no había movimientos se tornaba más oscuro y no había más sonidos extraños, solo el latir del corazón de mi madre. Sentía la presencia de mi papá que a pesar de estar contento lo sentía preocupado y el que yo nacería con una estrella no le convencía, por esto yo empezaba a dar golpecitos para tranquilizarlo, pues su cuerpo se acercaba al de mi madre, a veces no me sentía y yo le daba golpes fuertes con mis pie. Entonces se despertaba y de inmediato alejaba su cuerpo pensando en no asfixiarme.
Pero este día ha sido como especial, de mucho movimiento. Se escuchaba voces que decían: hay que prepararla, ya es la hora, y yo sentía que me iba alejando de la cápsula espacial y me acercaba hacia una salida como si brillara algo afuera, y cada vez que me empujaban sentía la voz del doctor que trataba de calmar a mi mamá. Le voy a aplicar una inyección raquídea, dijo, y cuando la aplicó. Mi madre se estremeció y lanzó un quejido. Poco a poco me iba acercando hacia la salida y escuchaba lo que decían con más claridad. Sentía que el doctor se encontraba en frente de la cápsula espacial y daba las indicaciones a mi mamá y mi papá: Usted, Víctor, debe colaborar levantando la cabeza de Janeth. ¡muy bien! Miren, ya asomó la cabeza, y estaba pendiente de mi papá para que no perdiera detalle de mi llegada. Janeth decía: debemos aprovechar la próxima contracción, debes pujar con fuerza. Mi mamá al momento comentó: ya siento la contracción, pero leve. No es leve, decía el doctor, es fuerte, lo que pasa es que tú no la sientes por la anestesia, ¡vamos, puja!
Víctor, por favor, ¿me colaboras levantándole la cabeza a Janeth?. Y así en la tercera contracción saqué la cabeza y el doctor, con su mano sobre el vientre de mi madre presionó y salí totalmente.
Sentí frío, asfixia. Un cordón largo me ligaba a mi madre. El doctor me miro con preocupación y cortó el cordón largo. Yo estaba mojada y ensangrentada y así me entrego a unas señoras y me aplicaban un viento por medio de un tubo que al acercar a mi nariz, yo lloré y grité con fuerza para que todos supieran de mi presencia en este espacio lleno de luces, frío y gente. Luego otra señora me tomo en sus brazos, me estiró y me colocó en un aparato con numeración y empezó a mirar las palmas de mis manos y a tocarme los dedos gordos de mis pies. El doctor, cuando me entregó a estas señoras vestidas de blanco, les murmuró algo que yo no pude captar. Esto fue rápido. Luego me llevaron hacia el pecho de mi madre y ella con mucho amor me acarició. Luego mi padre colocó su mano sobre mi espalda. La señora que me examinaba tanto les comentó: No quiero preocuparlos, pero la niña presenta en sus manitas unas rayitas no comunes y sus dedos gordos de los pies son más separados, esto me sugiere la existencia de un problema genético. Mi madre colocó la cabeza hacia atrás en la camilla desconcertada mientras decía: no, no puede ser, usted ya me dejo preocupada, esta noche no voy a poder dormir. Mi padre, de la sonrisa paso a tener un rostro de preocupación y desespero. La señora tomò a mi madre de la mano y con ánimo le dijo: Señora quiero que a esta niña le brinde mucho cariño, mucho amor, por favor no la rechacen, que ella sienta que ustedes la aman. Al rato nos fuimos alejando de este sitio. Yo también me quedé preocupada y pensativa…
” El doctor agarró a Víctor del brazo y salieron hacia los vestieres. Mientras tanto sugería a Víctor realizarle un examen urgente a la niña, un cariotipo para determinar si ella poseía la trisomía 21. Víctor no había escuchado sobre esta trisomía. Desconcertado le preguntó al doctor: es el síndrome de Down verdad? Y el doctor afirmó que si y le comentó: estos niños requieren de muchos cuidados porque nacen con pocas defensas, pero ánimo, estos son accidentes, de mil nacimientos uno se sucede y a ustedes les tocó. Tranquilo que hoy existen sitios especiales para estos niños, ya no se los esconde como antes, se les brinda estimulación temprana. Hoy en día son útiles a la sociedad y no son una carga dolorosa para la familia. Lo positivo de estos niños es que son muy cariñosos, muy sociables, tienen cualidades musicales y artísticas y lo mejor que no son ingratos, jamás se apartarán de ustedes como hacen las personas normales que a veces se van sin decir adiós o se pierden en el vicio y la alienación de este mundo. Ustedes no son los únicos en el universo con esta situación. ¡Ánimo! Cualquier cosa estoy a sus órdenes para atenderlos.
Víctor salió hasta la sala de espera, triste, no quería toparse con nadie, se sentó en una butaca, mientras el televisor mostraba una de sus novelas hueras. Recordaba a una pareja que esa misma tarde se encontraban en el pasillo con el bebé recién nacido, dichosos sus padres, felices, todos emocionados… …
Y la historia continua y la niña ideal, la famosa que esperaban en la “normalidad” se convirtió en una danzarina y una pintora que junto con Víctor, su maestro, plasma en las obras la alegría y el amor, las manos de Valentina como antenas del alma convirtieron sus emociones en nubes y en este tiempo de pandemia con la cuarentena dibujaron rostros y paisajes libres llenos de vida y color mostrando en todo momento lo que le hemos denominado las PINCELADAS DE AMOR.
La experiencia de trabajar con los chicos y chicas de la Corporación síndrome de Down es bastante reconfortante, pues el criar a mi hija fue una escuela que me permitió acceder al corazón de sus compañeros (as), descubrir y potenciar sus habilidades es diversos estilos. La pintura, además de obrar de manera terapeuta afianza las ganas de soñar y vivir. Cada obra lleva intrínseca la fortaleza, los genios, que se manifestaban en lluvias y tormentas de colores.
Valentina estuvo vinculada en la Corporación Síndrome de Down hasta el año 2019, en donde tuvo, en los cinco últimos años. a su papá Víctor Basante como profesor de Artes. Durante su proceso en el programa Creciendo hacia la Vida Adulta, donde expuso junto con sus compañeros y compañeras las obras de arte en el colegio las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. En los años 2016 a 2019. En la YMCA- Bogotá 2015. En la Casa de la Cultura de Nariño, con motivo del día Internacional de la Mujer se realiza la exposición “Manos que dan”. Inició el marzo 11 de 2021. Velentina expone junto a once artistas mujeres de Nariño. Las obras son de estilo primitivista y costumbrista, de gran colorido, y en gran parte resaltan la danza, la música y el arte de los Carnavales de Negros y Blancos declarado como patrimonio inmaterial de la humanidad.
Y la historia continua y la niña ideal, la famosa que esperaban en la “normalidad” se convirtió en una danzarina y una pintora que junto con Víctor, su maestro, plasma en las obras la alegría y el amor, las manos de Valentina como antenas del alma convirtieron sus emociones en nubes y en este tiempo de pandemia con la cuarentena dibujaron rostros y paisajes libres llenos de vida y color mostrando en todo momento lo que le hemos denominado las PINCELADAS DE AMOR.