ARTURO PRADO LIMA: DANZA Y ANTIRRACISMO EN BERLÍN

La fiesta está en su fulgor en los patios del Theaterhaus Mitte am Koppenplatz, donde hemos leído poemas, bailado y cantado con motivo del Festival Mundial de la Cultura de Berlín. Hay vino y cerveza para todos. Él trata de tomar la mano de la mujer que se sienta a su lado y parece ser su esposa. Quiere imaginar su antigua ternura. Es una mujer rubia, del porte de ella misma, de espaldas anónimas y cintura de alambre. En sus manos antes vivía una manada de cisnes.

Un negro argelino la invita a bailar y ella se muestra diestra en una cumbia colombiana que sale por las ventanas y se riega por las calles del viejo Berlín. El esposo, rubicundo y alto, interrumpe a la pareja que baila a toda prueba, para ofrecerle a su esposa un cubo de queso parmesano ensartado en un palillo. Ella lo rechaza con ojos, boca, nariz y cuerpo completo, sin decir nada.

En seguida es el esposo quien la invita a bailar. Ella no puede negarse, la sorprendió con la guardia baja. Entonces el negro argelino toma otro cubito de queso parmesano e interrumpe el baile de la pareja para ofrecérselo a ella. Se lo acerca a sus labios carnosos, suculentos. Ella recibe el queso entre sus dientes, esquivando los labios para no despintarse el rojo ciruela, lo degusta hasta el límite, y le agradece a gritos, para que todo el mundo la oiga.

En un silencio entre dos canciones, el esposo le pide una explicación a la que parece ser su esposa.

“Es muy simple”, dice ella, “las alemanas no somos racistas”.